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La energía solar fotovoltaica consiste en la conversión de la radiación solar en electricidad. Esta tecnología de aprovechamiento de la energía solar tiene un campo de aplicación muy amplio: desde la utilización en productos de consumo, tales como relojes y calculadoras, hasta la electrificación de viviendas aisladas, pequeñas comunidades de vecinos, todo pasando por las señalizaciones terrestres y marítimas, las comunicaciones o el alumbrado público.

La transformación directa de la energía solar en electricidad mediante la conversión fotovoltaica presenta ventajas claras, dada su sencillez, modularidad, fiabilidad, ... Otras ventajas del uso de sistemas solares fotovoltaicos están relacionados con la elevada calidad energética de la electricidad producida y la ausencia de impacto medioambiental y de ruidos en los procesos energéticos.

Un sistema de suministro eléctrico autónomo basado en la transformación fotovoltaica de la energía solar está formado por los equipos necesarios para producir, regular, acumular y transformar y, a veces, cuantificar la energía eléctrica.

Sus componentes esenciales son: placas fotovoltaicas, soportes de las placas, regulador, baterías, ondulador, sistemas de protección y contadores.

Las instalaciones fotovoltaicas conectadas a la red pueden prescindir de algunos de estos componentes, ya que no hay que regular la carga ni almacenar la electricidad.

Aplicaciones de las instalaciones fotovoltaicas:

Aparatos de consumo.

Se trata de pequeños sistemas fotovoltaicos desde unos pocos miliwatts, hasta 10 W, habitualmente integrados en los mismos aparatos que han de alimentar en electricidad, bien directamente (calculadoras) o bien cargando pilas o baterías (linternas). Existe una gran cantidad de aplicaciones, sólo limitada por la imaginación de los fabricantes.

Sistemas autónomos residenciales.

Por su elevada competitividad con los sistemas tradicionales de electrificación de lugares alejados de la red eléctrica de distribución, los sistemas fotovoltaicos están ampliamente utilizados para cubrir las necesidades de viviendas, pequeñas poblaciones, explotaciones agropecuarias, centros de turismo rural, refugios de alta montaña, bombeos de agua aislados, etc., situados en zonas aisladas, montañosas, islas, etc.

Estos sistemas pueden ir desde sistemas de una sola placa fotovoltaica (50 Wp, por ejemplo), hasta varios kWp.

Sistemas autónomos profesionales.

Son todos aquellos sistemas situados en zonas alejadas de la red eléctrica, destinados a garantizar servicios comunitarios: telecomunicaciones (repetidores, enlaces telefónicos ...), bombeo de agua municipal, señalización (marina, autopistas ...), alarmas, sistemas de detección remota, protección catódica, etc.

Sistemas fotovoltaicos conectados a la red eléctrica.

Son sistemas que no disponen de aparatos de almacenamiento de energía, sino que envían la electricidad generada a la red eléctrica. Estos sistemas actúan como verdaderas centrales eléctricas, bien descentralizada (conjunto de pequeñas instalaciones -de pocos kWp- esparcidas por todo un territorio), bien centralizadas (grandes centrales de cientos de kWp o MWp de potencia).

Entre estos dos extremos se sitúan los edificios que integran fachadas y techos fotovoltaicos en su estructura, y que alcanzan potencias de algunas decenas de kWp.

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